Si la vida de los más pobres es caracterizada a menudo teológicamente a partir de la cruz, en la cual Cristo muere como los “últimos”, es igualmente pertinente hacerlo en referencia a la resurrección. A partir de los más pobres se revelan dimensiones borradas de nuestra fe en la resurrección: la resurrección no es solamente el horizonte de la historia sino su motor : esta abre a todos de nuevo el acceso a la creación y se reconoce en la posibilidad de atravesar, desde hoy, la muerte que amenaza por todas partes. La resurrección es así una esperanza para todos porque lo es primero para los crucificados de este mundo.